Después de ver a catorce personas diferentes a lo largo de toda la mañana y toda la tarde y hablar no sólo con esos catorce sino con todos sus guías y sus seres queridos, allí se ha quedado, en su Hotel Don Curro, fresca como una rosa y con la misma marcha, la misma alegría y la misma energía con la que hemos comenzado esta mañana, hace justo doce horas. Debe de llevar pilas Duracell ocultas en algún rincón secreto de su diminuto cuerpo o será que, como ella dice, para ella comunicar con los espíritus es tan natural como para cualquiera de nosotros tener una entretenida charla con el vecino de al lado... Pero yo, que no soy más que un mortal de los más normalitos, tengo el cerebro descuajaringado. Mañana os cuento más que ahora ya no sé si estoy escribiendo ¡en inglés o en español!. Prometo que mañana ya me habré acostumbrado y estaré un poquito más sembrada...
Imagen: Wikimedia
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